Estimados amigos:
No quiero ir de listillo pero siempre tuve claro que Internet no iba a ser
una revolución. Algo interesante, curioso, entretenido, a veces útil...
pero de revolución nada. En los años de mi existencia, casi 50, he conocido
el anuncio de muchas revoluciones y siempre las he recibido con
escepticismo.
Quizás esto sea porque como caliente todos los días, tengo una buena casa,
me acuesto en una cama caliente en invierno y fresca en verano. Asi, puedo
permitirme el lujo de no creer ni esperar en revoluciones. Supongo que los
que no comen y pasan frío si esperan y creen en la revolución.
Pero volviendo a Internet, si he tomado una decisión que creo sabia: no
enamorarme de nadie que no tenga dirección de correo electrónico. Este
invento facilita las cosas y las relaciones. El teléfono puede ser
inoportuno, la carta en papel pueden verla miradas indeseables. El mensaje
electrónico es discreto y cómodo de leer y escribir. No es una actitud
idealista pero ya no puedo permitirmelas. Pues eso.
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